El trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH) comienza más o menos en los años 50 del siglo pasado, cuando se conocieron las propiedades regenerativas de la médula ósea de ratones sometidos a altas dosis de irradiación. Esta propiedad de la médula ósea es consecuencia de las denominadas células madre hematopoyéticas capaces de autodiferenciarse y autorregenerarse.
Los primeros trasplantes de médula ósea en humanos (TMO) fueron realizados por E. Donald Thomas en 1957, quien trasplantó a seis pacientes con diversas patologías, obteniendo la médula ósea de costillas de cadáveres y de pacientes resecadas durante la cirugía y mediante la aspiración de crestas ilíacas de pacientes y donantes sanos con muy pobres resultados, ya que solo consiguió un injerto transitorio en dos casos.
No obstante y a pesar de estos resultados, se abrió la posibilidad de un nuevo tratamiento para las hemopatías malignas. Fue Mathé en 1959, el que logró llevar a cabo el primer trasplante duradero, aunque el paciente falleció por múltiples complicaciones, que fueron las que ahora denominamos como Enfermedad Injerto Contra Huésped (EICH).
Un descubrimiento determinante para el TMO fue el reconocimiento del complejo mayor de histocompatibilidad (HLA) por los Drs. Dausset y Van Rood, gracias a lo cual, fue posible encontrar donantes que fueran idénticos en este sistema, determinando que el riesgo de EICH fuera menor. De esta forma los grupos de Minnesota y Milwaukee de forma simultánea realizaron los primeros trasplantes con donante HLA idéntico en niños con inmunodeficiencia combinada grave en 1968.
El grupo de Seattle llevó a cabo con éxito, el primer trasplante HLA idéntico en un paciente con leucemia en el que se utilizó irradiación corporal total y ciclofosfamida como régimen de acondicionamiento en 1969.
Durante la década de los 80 se desarrollaron las máquinas de leucaféresis y además se objetivó que el número de células progenitoras hematopoyéticas en la sangre periférica, se incrementaba de manera significativa durante la recuperación de la mielosupresión tras la quimioterapia o después de la administración de factores estimulantes de colonias, lo que permitió que en 1987 se realizara el primer autotrasplante con sangre periférica.
En 1986 Broxmeyer demostró que la sangre de cordón umbilical, tiene una importante cantidad de células madre y que además podría ser guardada por procedimientos de criopreservación, lo que permitió a Gluckman realizar el primer trasplante de sangre de cordón en un paciente con Anemia de Fanconi en 1989, procedimiento que ha permitido junto con el desarrollo de bancos de sangre de cordón umbilical, incrementar de manera sustancial el número de pacientes que se benefician de un TPH.
A partir de la década de los 90, el TPH es aceptado como tratamiento de diferentes hemopatías malignas y en Pediatría, ee algunas enfermedades hematológicas congénitas (talasemia, drepanocitosis), así como inmunodeficiencias y enfermedades genéticas (osteopetrosis y enfermedades metabólicas). A partir del siglo XXI, además de incrementarse de forma significativa determinadas fuentes como la sangre periférica y el cordón umbilical, se desarrollaron nuevas medidas para disminuir la EICH, mediante técnicas de manipulación del inóculo como es la depleción leucocitaria, la utilización de agentes alquilantes como alternativa a la irradiación corporal total en los regímenes de acondicionamiento en Pediatría, así como el reconocimiento inmunoterápico del TPH.
Especial interés han adquirido en los últimos años los llamados trasplantes haploidénticos, estos procedimientos comenzaron a desarrollarse hace ya más de tres décadas, utilizando la médula ósea sin manipular, sin embargo, este procedimiento tenía una elevada tasa de EICH con una importante mortalidad tóxica. En Pediatría con los años, se realizaron modificaciones en el inóculo mediante un método de selección, basado en el sistema Clinimacs y se empezaron a utilizar técnicas de manipulación como han sido la depleción CD3/CD19 con lo que se mejoraban las tasas de injerto y más recientemente la depleción α/β y la selección/depleción CD45RA/CD19. También se ha desarrollado el trasplante haploidéntico utilizando como fuente la médula ósea sin manipular, ciclofosfamida a dosis altas (50 mg/Kg/día x 2) postinfusión, según los trabajos del Grupo de Baltimore.
En el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, el primer trasplante se realizó con éxito en el año 1990 a una paciente con osteopetrosis maligna, desde entonces hasta la actualidad se han realizado 1000 trasplantes, cifra que hoy celebramos. La historia del TPH en nuestro país, no podría entenderse sin la historia de la Unidad de Trasplantes del Servicio de Oncología del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús.
Esta Unidad se encuentra acreditada por el sistema de calidad asistencial Jacie y también por el Ministerio de Sanidad como Centro/Servicio/Unidad de Refrencia del Sistema Nacional de Salud (CSUR), y en ella se realizan alrededor de 45 trasplantes por año con un incremento del número de trasplantes de la máxima complejidad.
Este desarrollo ha sido posible en primer lugar, gracias a los médicos encargados de la Unidad, también a todo el personal de enfermería y cómo no a la Fundación Aladina que en el año 2013, gracias a su aportación, se pudo realizar una remodelación completa de las instalaciones.