ACTIVIDAD FÍSICA EN ONCOLOGÍA PEDIÁTRICA

Los avances terapéuticos alcanzados en las últimas décadas, han determinado que las tasas de curación de los niños con cáncer se hayan incrementado considerablemente, alcanzando supervivencias de alrededor del 80%, aunque también no es menos cierto que estos resultados se han estabilizado en el curso de los últimos años.

Esta elevada supervivencia ha puesto de manifesto la necesidad imperosa de soslayar los efectos secundarios derivados del propio tumor y/o del tratamiento recibido y que son causa de una importante pérdida de su bienestar y calidad de vida.

Un síntoma prevalente asociado al cáncer pediátrico es la fatiga relacionada con el tratamiento. La fatiga entendida como la pérdida de capacidad física es frecuente en oncología pediátrica y traduce en una limitación en la capacidad para realizar diferentes tareas de la vida diaria. Diferentes son las causas que producen esta fatiga, pero desde luego la disminución de la capacidad cardiorrespiratoria, así como la pérdida de fuerza propia de un estilo de vida inactivo juegan un papel importante.

Existe igualmente el conocimiento de que los pacientes con cáncer tienen un mayor riesgo de fallecer por enfermedades cardiovasculares o de padecer enfermedades crónicas como síndrome metabólico, obesidad, osteopenia, hipertensión o disfunción pulmonar y en todas estas entidades la actividad física controlada ya ha demostrado su utilidad en pacientes adultos con cáncer.

La mayoría de las intervenciones con actividad física en pacientes con cáncer se han centrado en adultos y la experiencia en el cáncer infantil es muy limitada. Nosotros ya publicamos nuestra experiencia en niños con Leucemia Linfoblástica Aguda (LLA) y nuestros datos han sido coincidentes con una revisión de Cochrane quien recientemente constató que el ejercicio físico durante/después del tratamiento de 171 niños/adolescentes con LLA producía efectos beneficiosos en indicadores de capacidad cardiorrespiratoria, densidad mineral ósea y fuerza muscular.

Por el contrario, la evidencia científica de la utilidad del ejercicio en los tumores sólidos pediátricos es todavía muy limitada por este motivo, el Hospital Infantil Universitario Niño Jesús y la Universidad Europea de Madrid han propuesto ahondar en el conocimiento del ejercicio físico para caracterizar sus beneficios en niños con tumores sólidos y para ello, desarrollan un proyecto de investigación en el que pretenden evaluar que el ejercicio físico tiene beneficios a corto y largo plazo en niños con dos tumores sólidos muy frecuentes en ellos, como son los neuroblastomas y los meduloblastomas.

Afortunadamente la sociedad civil cada vez es más consciente de este problema y diferentes colectivos han contribuido económicamente a la realización de estos objetivos.

Artículo escrito por el Dr. Luis Madero.

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